lunes, 3 de marzo de 2014

Jacobo y el tiempo


¿Cómo detener el tiempo? Eso se preguntaba Jacobo mirando al infinito.
El tiempo va rápido en sus casi 17 años no había hecho nada más que dejar que el tiempo pasará, impasible sin ningún antojo de cambiar o de hacer alguna jugada que dejase al dueño del juego impresionado.
Por qué no puedo controlar el tiempo, solo con un deseo decidir como de rápido o lento pasaría el día el año o incluso las décadas. ¿Por qué si había un dios bueno y todo poderoso, permitía que le pasará eso?
Jacobo se estremeció al tener esos pensamientos que no acababa de encontrarle solución alguna, apretó el pequeño brazito de Betsty, la pequeña muñeca de su hermana.
Jacobo deseaba volver atrás, unos minutos antes.
Solo para poder ver sonreir a su hermana, ver tararear a su madre una antigua plegaria mientras cocinaba o escuchar alguna historia emocionante de su padre.

Pero ahora, lo único que quedaba era esa pequeña muñeca, que encima de sus pequeños hombros de tela llevaba el horror, las lágrimas, las suplicas y el miedo de la familia de Jacobo.
Papá siempre le decía Para no olvidar a los muertos hay que honrarlos, Dios si acaso existe no lo hará, hazlo tú por él.
Jacobo olio el aire, olia a azufre, atierra quemada.
Quién es capaz de hacer tanta maldad preguntosé contrariado Jacobo. Quizás habían sido los Heikah, los monstruos de solo un ojo de las historias de su padre que le habían aterrado desde niño. O sólo quizás alguien con dos ojos, dos manos humanas en lugar de garras y una misma dentadura que cualquier hombre de la aldea.
Eso último le daba más miedo a Jacobo, preferia creer en mitos en personajes fantásticos, antes que creer que uno de los suyos había podido hacer tanto mal.

Capítulo I
 Como cada mañana, temprano antes del amanecer de las 3 Lunas. Él despertaba de su pesadilla, siempre la misma repetitiva pero aún que pasaran semanas o años nunca se acostumbraba a ella. Él amanecia con sudor frio y medio aturdido.
No había tiempo para filosofear,  era  el gran Mario guerrero Emeter. Había  de guiar a su ejército aunque… Y si dejaba de engañarse? Sabía que solo  había querido ese puesto, esos hombres toda su  vida solo para encontrar lo  que hace  mucho  le  fue arrebatado.
Volvería  a sentirse feliz?
Se levantó aún visitando los recovecos de la pesadilla que había acabado de salir. Se vistió sin dejar tiempo a que sintiese frio, ya estábamos en pleno invierno, la comida escaseaba y el frio intenso hacia difícil levantarse a su hora.
Salió, la noche anterior habían acampado en el claro de un bosque, había alguna señal de aguanieve pero lo que más le preocupaba eran las nubes, ellas predecerian su destino tanto el suyo como el de todos los que ahora estaban acurrucados en sus camas hechas de pieles rellenas de paja.

Se encontraba en una habitación  desordenada, se notaba que era de una chica la clase de novelas que les gustan a las chicas estaban por ahí tirados sin ningún orden aparente. El cuerpo se allaba medio desnudo de cintura para arriba, era varón no llegaría a los 20 años, tenia marcas de ligaduras en las muñecas y tenia un orificio de entrada o quizás de salida de una bala. Ese chico me recordaba a Herry al pensar eso su corazón se resentió tantos años y pensaba de forma ilusa que todo había  acabado que por arte de magia ese dolor junto al recuerdo había desaparecido sin dejar rastro. Ha eso se dedicaba no? Encontrar al asesino y dar “paz” a la familia como si ver al asesino de tu hijo, de tu padre o de tu mejor amigo se olvidase porque lo han cogido.

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