Lo sé, fue cruel pero era la verdad que yo tenía guardada, quizá muchos lo veían quizá nadie.
Nos fuimos envolviendo en una tela de terciopelo que era tan suave como tocar su piel. Fuimos engañándonos, mintiendo quizá, sí, la verdad es la que es la mires del derecho o del revés dijo un queridísimo Antonio Machado, hace un tiempo.
Hace un tiempo que lo noto, sin salir, sin mis ocurrencias, mi mente siempre predispuesta a hacer cualquier cosa contigo. Se acabó o incluso me engañé... ¡Por favor! Soy la más indicada para saber lo que es amar, disfrutar y estar satisfecha. No hablo sólo en un plano físico puro sino que tu psique no me atraía.
No sé, yo me remiré antes de aceptar porque no vi la chispita que hay cuando dos se entienden.
Quizá te hice ver a alguien que no soy, alguien extraño, sonriente e impaciente por verte.
Las semanas se hacían cortas, no te necesitaba. Al contrario, tú decías que me necesitabas, que querías verme, que quizá sea lo mejor o lo peor que cuando tengo exámenes y cuando no, hablabas y hablabas y no sé que fue.
Maldito velo de terciopelo, ahora se ha rasgado todo entero sin arreglo.
Hay dos cosas importantes, se quiera o no:
- El temible físico: sí necesitamos a alguien que nos haga hervir la sangre con sólo tocarnos con un mísero dedo. Tú cumplías eso perfectamente, me gustaría decir que no, pero sí. Eres/Eras/Serás terriblemente atractivo para mí.
- Y dos y para mí más importante, la mente. Has de amar la conversación que te dé aquel cuyo nombre pronuncias entre suspiros en tu cama a solas o cuando está entre tus piernas. Nunca tuvimos algo como para decir: sí, necesito hablar contigo porque sabes tener una conversación que me mantiene horas y horas en vela.
Acéptalo, nunca nos hemos llenado yo quizá a ti pero necesito algo más. No ha de ser con más carrera ni con más título sino que me llene que me haga sentir como tú lo intentaste.
Se acabó.
Se nos murió o a mí se le olvidó nacer....
No hay comentarios:
Publicar un comentario